Victoria Thomen es una artista visual, fotógrafa y arquitecta nacida en Santo Domingo. Su obra explora la identidad, la memoria, el urbanismo y la conciencia ambiental mediante fotografía, instalaciones, video y collage. Inició su formación fotográfica en la Universidad de Nuevo México y profundizó en la UNPHU, Barcelona y Madrid, donde cursó arquitectura, diseño de interiores, urbanismo y proyectos culturales.

Entre 2011 y 2016 fue docente de fotografía en la UNPHU, donde también dirigió talleres como “Arquitectura e Inclusión: Ciudad de Todos”. Ha sido jurado en concursos como ZOODOM, Feria del Libro y certámenes internos de UNPHU.

Victoria ha expuesto en Nueva York, Cuba, Panamá, Brasil, España, Italia y República Dominicana, presentando su obra en el Museo de Arte Moderno (MAM), Centro León, Casa de Teatro, Centro de la Imagen, Alianza Francesa y en eventos como la Bienal de Artes Visuales (2013) y PhotoImagen (2010, 2012, 2014).

Fue seleccionada para Trasatlántica 2016 de PhotoEspaña, participó en el laboratorio artístico Campobase dirigido por Iñaki Domingo y Alejandro Marote, y en Fotografía Introspectiva bajo la dirección de Beatriz M. Barrio.

En Roma, colaboró con la Kou Gallery, el programa Rome Art Week (RAW) y CertArt. Actualmente reside y trabaja entre Roma, Madrid y Santo Domingo, expandiendo su lenguaje visual hacia el arte conceptual, la instalación y el collage contemporáneo.

IG / Website: @victoriathomen / www.victoriathomen.com

¿En qué país vives? Italia

¿Cómo te defines como fotógrafa? ¿Te identificas más con la fotografía de retrato, maternidad, paisaje, fotografía de calle u otro estilo? ¿Por qué?

Como fotógrafa, me considero una exploradora visual de la memoria, el territorio y la transformación. Aunque mi trabajo abarca varios lenguajes, me identifico principalmente con la fotografía conceptual y de paisaje, tanto natural como urbano. Mi formación como arquitecta influye profundamente en mi manera de mirar: observo las huellas del tiempo sobre el espacio construido, los vacíos, las ruinas, y las tensiones entre lo natural y lo artificial.  Trabajo también con objetos encontrados, fotografía intervenida y videoarte, creando narrativas que entrelazan lo personal con lo colectivo, lo visible con lo invisible. Me interesa reflexionar sobre la identidad, la pérdida, el paso del tiempo y la relación entre la humanidad y el medioambiente, utilizando la fotografía como una herramienta poética y crítica.

¿Puedes nominar a una fotógrafa dominicana que no resida en la República Dominicana, o alguna que creas que debería recibir más atención por su trabajo? Incluir IG 

Raquel Paiewonsky  Artista multidisciplinaria que combina fotografía, pintura e instalación para explorar temas como el cuerpo femenino y los estereotipos culturales. Ha vivido y trabajado en ciudades como Nueva York, Miami, París y Zúrich, participando en bienales internacionales y exposiciones en museos de renombre.

¿Qué te inspiró a convertirte en fotógrafa y cómo ha evolucionado tu estilo a lo largo del tiempo?

Mi inspiración para convertirme en fotógrafa nació de la necesidad de capturar mi entorno y documentar lo que ocurría en mi familia, especialmente desde que mi padre me regaló una cámara en mi adolescencia. Con el tiempo, mi curiosidad creció, especialmente al aprender a revelar fotos en la Universidad de Nuevo México. Lo que empezó como un hobby se convirtió en una pasión que decidí explorar de manera más seria con una cámara profesional. A lo largo de los años, mi fotografía ha evolucionado a medida que he aprendido nuevas técnicas y he desarrollado nuevas formas de expresión visual, convirtiendo la fotografía en mi lenguaje principal en todos mis proyectos artísticos.

¿Con qué cámara comenzaste a hacer fotografía y qué cámara usas hoy en día? ¿Cómo ha influido esta evolución en tu estilo y técnica?

Comencé con una cámara de bolsillo automática que me regaló mi papá. Luego usé una Regula antigua que él tenía. Con el tiempo, adquirí una Nikon, y hoy en día utilizo diversas cámaras según el proyecto, desde mi iPhone hasta cámaras analógicas, Polaroids, o incluso fotografía con inteligencia artificial. No tengo una cámara preferida; uso la que mejor se adapte al proyecto, porque para mí lo importante es lo que quiero decir y cómo lo digo, más que la técnica o el estilo en sí.

¿Qué impacto ha tenido tu identidad dominicana en tu visión y estilo fotográfico?

Mi identidad dominicana ha tenido un gran impacto en mi visión y estilo fotográfico. Mis fotografías se caracterizan por colores brillantes y una luz intensa, reflejo de la luz solar del Caribe. También tengo una sensibilidad especial por la naturaleza, el medioambiente y la ecología, que se refleja en mi trabajo. Abordo temas de identidad que son característicos de mi obra.

¿Cómo utilizas la fotografía para contar historias y qué mensaje esperas transmitir con tu trabajo?

Utilizo la fotografía para narrar historias que abarcan desde mi identidad dominicana hasta temas que me apasionan, como la naturaleza, el medioambiente y la vida urbana. A través de mis imágenes, busco generar conciencia y sensibilizar al espectador sobre la urgencia de respetar y convivir en armonía con nuestro entorno. Mi objetivo es que cada fotografía invite a reflexionar sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza, promoviendo un futuro donde ambos coexistan de forma equilibrada.

¿Crees que las mujeres fotógrafas de calle en la República Dominicana reciben el mismo reconocimiento que los hombres o que quienes trabajan en estudio y fotografía comercial? ¿Por qué sí o por qué no?

En la República Dominicana, las mujeres fotógrafas de calle enfrentan desafíos particulares que dificultan su reconocimiento, especialmente en comparación con sus colegas masculinos o quienes trabajan en estudio y fotografía comercial. Esto se debe a que el ámbito de la fotografía callejera ha sido tradicionalmente dominado por hombres, y las mujeres a menudo enfrentan barreras de visibilidad. Además, la seguridad en las calles es una preocupación constante, lo que muchas veces las obliga a estar acompañadas por colegas masculinos para poder trabajar. A esto se suma que la fotografía de calle no suele estar tan bien remunerada, lo que contribuye a que el reconocimiento hacia ellas no sea el mismo. No obstante, su presencia está creciendo y están rompiendo barreras con su talento.

¿Qué consejo le darías a la próxima generación de fotógrafas dominicanas que sueñan con seguir este camino?

A la próxima generación de fotógrafas dominicanas, les aconsejo que nunca dejen de practicar. Como les decía a mis alumnos de la Universidad Pedro Henríquez Ureña, la fotografía es como las matemáticas: se debe practicar a diario. A través de esa práctica constante, irán descubriendo su voz única y su estilo. Confíen en el proceso, exploren, y no tengan miedo de equivocarse. Con el tiempo, encontrarán su camino.

Como mujer dominicana en la fotografía, ¿qué desafíos has enfrentado y cómo los has superado?

Como mujer dominicana, uno de los primeros desafíos que enfrenté fue el tema de la seguridad al hacer fotografía de calle. Andar sola con la cámara en la República Dominicana puede ser un ejercicio un poco peligroso. Otro desafío ha sido encontrar mi voz y mi propio estilo. Aprendí a confiar en lo que mi intuición, mi cuerpo y mi alma me dicen, y a dejarme llevar, entendiendo que soy un instrumento para algo más grande.

Si pudieras capturar la esencia de ser una fotógrafa dominicana en una imagen, ¿cómo sería y por qué?

Sería una imagen cargada de colores, de vida, de contradicciones: alegría y lucha, naturaleza y caos urbano. Porque ser una fotógrafa dominicana es llevar dentro esa mezcla de calidez, resiliencia y mirada crítica; es buscar belleza en lo cotidiano y contar historias desde una perspectiva íntima y poderosa.

Si pudieras colaborar con cualquier artista o marca, ¿quién sería y qué historia te gustaría contar a través de tu lente?

Si pudiera colaborar con cualquier artista, elegiría a Joan Fontcuberta. Me interesa profundamente su manera de cuestionar la verdad en la imagen, de jugar con los límites entre ficción y realidad, algo que también resuena en mi trabajo, especialmente cuando exploro temas como la memoria, la identidad y lo que queda oculto detrás de lo visible. Me gustaría contar, a través de esta colaboración, una historia donde la fotografía deje de ser prueba y se convierta en posibilidad: una narrativa que mezcle archivo, naturaleza y artificio para reflexionar sobre cómo construimos lo que creemos recordar o conocer. Sería una forma de cuestionar lo real desde una mirada poética, crítica y lúdica.

¿Cómo sientes que tu fotografía destaca por encima de las demás?

Siento que mi fotografía destaca por la forma en que combino lo íntimo y lo simbólico, creando imágenes que invitan a la reflexión más que a la simple contemplación. Mi trabajo no busca documentar únicamente lo que veo, sino lo que se siente, lo que permanece y lo que se transforma. Hay una búsqueda constante de lo poético dentro de lo cotidiano, de lo espiritual dentro de lo material. Trabajo desde una perspectiva muy personal, pero con resonancias universales: temas como la memoria, la pérdida, la naturaleza, el renacer… todos presentes en mis imágenes. Además, me permito experimentar con diferentes medios —desde lo analógico hasta la inteligencia artificial— siempre eligiendo lo que mejor sirve a la historia que quiero contar.

¿Cómo crees que la comunidad de fotógrafas dominicanas puede crecer y apoyarse mutuamente?

Creo que la comunidad de fotógrafas dominicanas puede crecer fortaleciendo los espacios de diálogo, colaboración y visibilidad. Es fundamental crear redes de apoyo donde podamos compartir experiencias, conocimientos, oportunidades y también los desafíos que enfrentamos. La sororidad es clave: vernos como aliadas, no como competencia. Necesitamos más plataformas donde nuestras voces y miradas sean valoradas, especialmente aquellas que se desarrollan desde lo experimental, lo conceptual o fuera del circuito comercial. También sería valioso fomentar talleres, residencias, publicaciones colectivas y encuentros —físicos o virtuales— que nos permitan crecer juntas, dentro y fuera del país.

¿Crees que hay suficientes oportunidades para las mujeres fotógrafas en el país? ¿Qué cambios te gustaría ver en la industria?

Creo que todavía no hay suficientes oportunidades para las mujeres fotógrafas en el país, especialmente en áreas como la fotografía artística, documental o de calle, que muchas veces no reciben el mismo apoyo o visibilidad que la fotografía comercial. Aún persisten desigualdades en el acceso a recursos, formación, convocatorias y espacios de exhibición. También hay una falta de reconocimiento a trayectorias femeninas valiosas que han aportado mucho a la fotografía dominicana.

Me gustaría ver una industria más inclusiva, donde se impulse activamente la participación de mujeres a través de residencias, becas, exposiciones, publicaciones y programas de mentoría. Pero más allá de crear oportunidades, también es importante crear comunidad: espacios de confianza, intercambio y colaboración donde podamos crecer juntas, aprender unas de otras y hacer más visible el poder de nuestras miradas.

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